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testimonios

TESTIMONIO 1

La srta. Aramza Deza Manrique decidió compartirnos su testimonio. Ella es una estudiante universitaria que tiene una
hermana menor con síndrome de down llamada Fabiana, quien ha tenido varios obstáculos al
momento de ser aceptada en colegios.

Testimonio 2

Este es el testimonio de Dennis Mauer, un chico con parálisis cerebral de 17 años,  quien se moviliza en silla de ruedas. Dennis estudió en Lima hasta el 2015 en el colegio “Alegría en el Señor”, considerado un colegio especial para personas con discapacidad. Antes de estudiar en ese colegio, Dennis y su mamá fueron a un colegio regular para que tenga una educación como un niño normal en ese entonces cuando Dennis tenía seis años, edad en la que las personas asisten al colegio. Sin embargo, el colegio regular le negó la admisión a Dennis por estar en silla de ruedas. El motivo  de la negación de la vacante dado por las autoridades del colegio fue porque no había personal para hacerse cargo de él y que se vaya a uno donde puedan cumplir con sus requerimientos. Su mamá estaba indignada y molesta porque consideró que ese colegio iba a apoyar a su hijo. Las medidas tomadas por ella tomó fue denunciar los hechos ante la UGEL y de denunciar al colegio. Medida que se considera la correcta ante estos casos de la negación a la educación Al final, Dennis fue aceptado en el colegio “Alegría en el Señor” donde estudió hasta irse del país y además de recibir educación también mejoraba físicamente gracias a las terapias que recibía en dicha educación educativa.  

Testimonio 3 

Este es el testimonio de Yoko Kohatsu, participante de este boletín. En el vídeo ella cuenta sobre su experiencia de los diferentes colegios  de los distritos de Pueblo Libre y Jesús María que le negaron la vacante para evadir las responsabilidades de tener una persona discapacidad en sus instituciones. Los colegios que más causaron indignación para Yoko y su familia fue que dos colegios japoneses no la aceptaran con la excusa de que todavía no podía movilizarse sola y que el colegio no contaba con personal que se encargara personalmente de Yoko. Sin embargo, la familia no denunció los hechos ante las autoridades correspondientes. Por consecuencia, las autoridades del primer colegio que la rechazaron por tener cierta discapacidad no fueron sancionadas. Años después Yoko fue a preguntar por una vacante en otro colegio  japonés, por recomendación de un familiar suyo. El resultado fue el mismo, no la aceptaron porque la infraestructura no era la adecuada para que se pueda movilizar fácilmente. Sin embargo, la historia de Yoko y la “aventura” por encontrar un colegio terminó cuando un colegio aceptó el reto de tenerla como estudiante.

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